jueves, 28 de febrero de 2013

CAPÍTULO IV: Política profética 2-IV

      - He pensado mucho en lo que me dijiste.- Oyó Damian que aún no había terminado de desperezarse.
      - Recuerdo que un día le pregunté a tu padre por qué tenía intención de construir este refugio.- Oyó Damian ya con los ojos abiertos y buscando con su mirada a quien pronunciaba estas palabras. Tras fijar Damian su vista en la del médico, éste prosiguió.- Él me contestó: "Has de saber, viejo amigo, que el mundo cambia. Los enemigos del país no son los mismos ahora, que antes; mañana nuestros enemigos de hoy serán nuestros amigos. Todo cambiará, lo único que permanecerá inalterable será nuestro sistema económico. Cuando aquellos que soportan un régimen económico dirigido desde el gobierno quieran poseer aquello que ahora no tienen, se levantarán y sus gobernantes adoptarán nuestra filosofía económica. La demanda de combustibles fósiles aumentará y tarde o temprano, los países productores, con sus pozos de petróleo agotados ya no podrán satisfacer aquella. Como consecuencia de ello, el precio del combustible, de la energía, de los abonos, aumentará. El mundo se verá sumido en una gran crisis, que puede desembocar en una guerra por la posesión de las últimas reservas de petróleo. Todo el mundo se sumirá en un caos global, que reducirá al mínimo el valor de la vida humana. Una decisión precipitada hará que se dispare el primer misil nuclear y después de ello desapareceremos. Esto que pretendo hacer garantizará, aunque sea  por un breve periodo de tiempo, la supervivencia de algunos de mis congéneres, que de otro modo, estarían condenados a morir por ser peones sacrificables."

         Yo en un principio, no creí esto, el tiempo pasó y fui testigo de varias crisis que pudieron haber hecho realidad, aquellos funestos presagios. Esto me unió más a tu padre y me dediqué a ayudarle en su proyecto. Durante el tiempo que estuve ayudándole me mostró una faceta de la realidad política que yo no conocía, aunque había sido senador. Solía predecir todo tipo de acontecimientos internacionales, (caídas de gobiernos, asesinatos de líderes políticos, golpes de estado, guerras), antes de que sucedieran. Siempre quise saber por qué sus vaticinios se cumplían pero nunca me dijo nada acerca de ello, pasaron los años, el refugio ya estaba construido y tu padre estaba a punto de morir y en su último lecho me dijo: "Mi vida acaba y creo que la civilización, tal y como la conocemos desaparecerá conmigo. Hay un grupo de personas que quieran que esto ocurra, solo viven para acaparar poder y ya tienen mucho. Con una simple llamada pueden generar una crisis económica, hundir la economía de cualquier país, esclavizar a cualquier estado, pero quieren más. Están obsesionados con controlar nuestras vidas, nuestra manera de pensar, nuestra manera de actuar y quieren gobernar el mundo a su antojo. La transición está cerca, empezará con una gran crisis financiera, los gobiernos adoptarán medidas impopulares que crearán descontento en la población. La indignación hará que en muchos países se elijan a demagogos populistas; éstos, empeorarán la situación de la gente, que poco a poco se verá abocada a perder cada vez más derechos sociales. Cuando la voz de los indignados se convierta en clamor y este se transforme en rebelión violenta, este grupo estará preparado para actuar. La capital de un gran estado desaparecerá, se argüirá que los responsables han sido o los extremistas, o los enemigos del país. Habrá una guerra a la que serán arrastrados todos los países y en el camino este grupo afianzará más su poder. Cuando la guerra acabe, estos individuos no solo controlarán al país más poderoso del mundo, también controlarán la producción de recursos estratégicos, como el petróleo y otras materias primas usadas en la industria y las telecomunicaciones y todos los países del mundo estarán bajo su control. Eso es lo que teóricamente pasará pero puede que la guerra que preceda al nuevo orden se recrudezca y que a consecuencia de la misma se provoque un conflicto nuclear. Por eso te pido, desde mi lecho de muerte, que cuando la primera ciudad se destruya y la guerra se declare lleves al refugio que hemos construido a mis dos hijos y a aquellos que han participado en la elaboración de éste".

            Hice lo que me pidió, pero no os busqué, pero ahora estás tu aquí y la pregunta que me hiciste ayer me hizo recordar las últimas palabras que me dirigió tu padre, ahora quiero buscar a tu hermano, ¿sábes donde puedo encontrarlo?
            - Sí.- Afirmó Damian.
            - ¡Es estupendo! Podré cumplir la promesa que en su lecho de muerte hice a tu padre.- Dijo el médico sin ocultar su entusiasmo.- ¿Dónde está?
            - No, no podrás, mi hermano Adam está muerto.- Respondió Damian en tono fúnebre.
       
            El rostro del médico cambió al oír la respuesta, sus párpados cayeron, de sus ojos brotaron dos lágrimas que resbalaron sobre las arrugas más próximas a ellos. La sonrisa dibujada por el entusiasmo ahora se borraba y esto hacía resaltar los estragos que la edad había provocado en su solaz. De repente su cabeza buscó su perpendicular en el suelo y con pesada languidez abandonó la estancia sin despedirse de Damian y sin alzar la cabeza.

miércoles, 27 de febrero de 2013

CAPÍTULO IV. Política profética 1-IV

    - Calma, todavía estas muy excitado, mas es comprensible que busques respuestas. Tuviste suerte, te encontramos cuando fuimos a revisar uno de nuestros depósitos de agua. Estamos a unos sesenta metros por debajo del nivel de las cuevas. Esto es un refugio cuya construcción sufragamos tu padre y todos y cada uno de los habitantes de las villas vecinas al rancho donde éste se ubica. Este refugio tiene capacidad para albergar a unas diez mil personas, actualmente hay unas quinientas viviendo en él, nos refugiamos aquí cuando tuvimos noticias del atentado. Desde entonces hemos vivido bajo tierra.
    - ¿Mi padre?- Preguntó Damian sin salir de su asombro.
    - Sí, tu padre, durante años trabajó para un lobby de presión que dejaba su impronta en cada una de las decisiones del gobierno. Éste, constituido por gente poderosa e influyente, controlaba prácticamente al ejército y a los servicios de inteligencia. La fuente de su poder residía en que aquellos que lo formaban representaban a un conglomerado industrial y financiero que extendía sus tentáculos por todo el sistema productivo. Una decisión equivocada por parte de los supuestos representantes del pueblo suponía el desmantelamiento de industrias en una región y el consecuente desempleo y miseria de la gente que vivía en la misma. Tu padre aprovechó sus contactos para labrar un buen porvenir para su familia y ayudar a viejos amigos como yo. Tu difunto hermano, por ser el primogénito fue el llamado a heredar el puesto de tu padre dentro de aquel grupo, poco a poco fue introducido en aquella organización y una vez dentro de ella, accedió a información con la que no contaban el resto de los mortales. Fue así como descubrió que muchos de sus amigos murieron en el frente no por defender una causa justa, si no para que unos pocos se embolsaran millones de dólares. Quiso denunciar aquello y esto le costó la vida. Tu padre arrepentido por haber servido durante años a los asesinos de su hijo, les abandonó, no sin antes haber introducido en aquel círculo de privilegiados a tu otro hermano. Su silencio compró la vida y la ascensión social de Adam. Vino aquí y empezó a construir este refugio, crisis posteriores hicieron que se interesaran por el proyecto vecinos del rancho y con el aporte monetario y el trabajo de los mismos se construyó esto.
       - No te creo, ¿Un gobierno en la sombra? Es pura paranoia conspiranoide,- dijo Damian,- si bien es cierto que mi hermano me mencionó algo.- Añadió, nuestro amigo para si.
       - No te lo creas, pero es obvio,- le recriminó el médico- yo estudié medicina, antes de entrar en política, lo primero me incitó a hacer lo segundo. Cuando estaba en la facultad me aleccionaron sobre el valor que toda vida humana tiene, me inculcaron que nosotros los médicos, debíamos velar porque aquel no se viera mermado por el efecto devastador de la enfermedad. Esto nos convertía en el último bastión de defensa de la vida humana, nos dotaba de un poder casi divino para dar vida o muerte, nos elevaba sobre el resto del mundo convirtiéndonos en dioses hechos de carne. Sucumbiendo a la soberbia, me creí destinado a eliminar todas las enfermedades que afectan a la sociedad y entré en política. Llegué a senador gracias a tu padre, pero cuando ocupé mi escaño descubrí que al igual que nos es imposible a los médicos desterrar la muerte y mejorar la vida de muchos pacientes que padecen enfermedades crónicas, a los políticos que honradamente trabajan para cambiar la sociedad les es imposible mejorar la vida de los desposeídos puesto que los intereses económicos prevalecen sobre los intereses sociales. Muchas veces secundé propuestas para limitar la venta de armas, la proliferación de armas nucleares, el uso de energías limpias y no contaminantes, la elaboración de presupuestos más solidarios con los pobres y un largo etcétera de medidas provechosas para nuestros conciudadanos; pero si estas de alguna manera irritaban a los dueños del capital, difícilmente eran aprobadas. Senadores y congresistas siempre estaban en venta. Los que no se vendían, llevados por la lealtad hacia aquellos que habían sufragado sus gastos de campaña, zancadilleaban a aquellos que decidían ser leales a sus electores. A unos se les ofrecían cargos bien remunerados en grandes empresas, a otros se les compraba con regalos o sobres. Algunos eran coaccionados y otros simplemente desaparecían. Me vi frustrado e incapacitado para luchar contra un mal que esta impreso en los genes de la política, así que despojado de toda soberbia, decidí convertirme en el humilde médico que ves ante ti ahora. Por eso te digo que pensar que hay un gobierno en la sombra no es tan descabellado.
       - Pero si eso es cierto, por qué no dirigen directamente el país.
       - La respuesta es obvia, vivimos en un país democrático, el poder teóricamente pertenece al pueblo y este lo delega a sus representantes, a través del voto. Las elecciones legitiman al gobierno entrante a dictar leyes que pueden ser aprobadas o no. Si se ratifican nos obligamos a cumplirlas porque en teoría nosotros, el pueblo, nos las hemos impuesto. ¿Qué pensarías si estuvieras obligado a cumplir leyes que no han aprobado aquellos en los que teóricamente has delegado el derecho a autogobernarte?
       - Quizás no las cumpliera si creo que me perjudican.
       - Luego ya sabes porque estos individuos permanecen en la sombra.
       - ¿Crées entonces que esta gente sería capaz de atentar contra la vida de millones de sus conciudadanos?
       - Es interesante tu pregunta pero no tengo respuesta para ella. Sé que la ambición actúa como cualquier droga. Cuando consumes un fármaco o cualquier tipo de sustancia que crea adicción, tarde o temprano acabaras viviendo para satisfacer la necesidad de consumir dicha sustancia, eso pasa con la ambición; es como si intentaras llenar un pozo sin fondo, si esto te obsesiona, lo seguirás intentando llenar, aunque sea una empresa inútil e irracional. Mas creo que hemos hablado mucho por hoy, mañana continuaremos con esta conversación, intenta descansar.- Dicho esto, el médico dio la espalda a Damian y desapareció por donde había aparecido.
      

martes, 26 de febrero de 2013

CAPÍTULO IV. Política profética 0-IV

         Damian empezó abrir los ojos con dificultad, una molesta luz blanquecina incidía sobre ellos y estos, intentaban acostumbrarse poco a poco a aquella. Parpadeó mucho tiempo antes de que el sentido de la vista se acomodara a la nueva situación. Una vez que sus pupilas fueron capaces de captar la información que le llegaba del exterior, lo primero que vio, fue un gran mural. La pared opuesta al lugar donde él estaba estaba adornada por un gran fresco naturalista que la cubría en toda su anchura y altura. De él parecía brotar un río de agua limpia y cristalina, cercado de árboles anidados por todo tipo de aves con plumajes de exuberante colorido; tal era el realismo de la escena. Por encima de él una batería de focos empotrados en una pared de hormigón vomitaban pequeños e intermitentes haces de luz preñando la habitación de sombras aserradas por triángulos luminosos. A ambos lados de su cama, Damian vio otras camas similares a la suya, vestidas de ásperas sábanas blancas, en las cuales se reflejaba el frío y metálico brillo, propio, del mobiliario hospitalario. Damian estaba enganchado a un  par de bolsas que le aportaban una solución salina. Nuestro amigo, aún aturdido y desorientado se maravilló con el primer examen del lugar. Su último recuerdo era el beso helado del agua en las profundidades de la tierra, aquello parecía una sala de hospital, ¿quién le rescató? ¿Qué hacía allí? Y lo más importante de todo, ¿cómo le habían llevado hasta allí? El rancho era un lugar solitario rodeado por acres y acres de prados, bosques, promontorios montañosos y colinas horadadas por redes subterráneas de galerías que nunca habían sido exploradas. Sí, había buenas comunicaciones entre el rancho y las zonas urbanas más próximas, los dueños se habían encargado de crear una buena red viaria que facilitara el transporte de ganado, pero aún así el mundo subterráneo en el que Damian había buscado refugio era el mayor misterio de aquella propiedad. Legiones de espeleólogos habían visitado aquel enjambre de grutas y galerías pero éstos no habían conseguido hacer planos exhaustivos sobre el mismo. Muchas de estas galerías estaban sin cartografiar, algunas ya no existían o el agua había creado otras nuevas. Mucha gente se había perdido en aquella telúrica madriguera, pocos se atrevían a visitarla y demasiados eran los que pensaban que aquel inframundo era hormiguero de demonios o termitero de aparecidos. Por ello estas cavernas nunca eran visitadas y aquel que se adentraba en ellas solo, tenía pocas posibilidades de sobrevivir si no las conocía bien, aunque esto era prácticamente imposible, dada la extensión de las mismas.

        Poco después de abrir los ojos, los aserrados reflejos de los focos fueron recortados por una larga sombra que se asemejaba a un cuerpo humano. Damian, que en ese momento contemplaba las curiosas formas que se dibujaban en el suelo por el efecto de la luz y la sombra, alzó la vista para descubrir que era lo que provocaba aquel nuevo fenómeno. Al momento descubrió el origen. La pálida luz de la estancia se proyectaba sobre un hombre alto de pelo cano y cara redonda y arrugada, al encontrarlo ésta se desviaba creando varios clones oscuros del cuerpo de aquel, sobre el suelo y la pared, éstos a su vez, se movían, alargaban o encogían al mismo ritmo al que el hombre se desplazaba.

         La abertura de la bata que el extraño portaba dejaba ver una camisa de un tejido teñido de cuadros rojos y blancos con dos  bolsillos bordados. De uno sobresalía la capucha de un bolígrafo y el entramado de alambre de un pequeño blog de notas, del otro pendía con peligro de caer un fonendoscopio. La imagen, en un principio, difusa del presunto médico se hacía más tenue para Damian a medida que aquel hombre se le acercaba, cuando estuvo a su lado Damian reconoció en aquellas facciones asurcadas por prominentes arrugas a uno de los viejos amigos de su padre.
        -¿Senador? ¿Es usted? ¿Qué hace aquí? Nunca sospeché que usted fuera médico. ¿Me puede decir qué hago aquí, como me encontraron, dónde estoy? Responda, por favor.- Dijo Damian sin ocultar su asombro.

miércoles, 13 de febrero de 2013

CAPITULO III. Tribulaciones III-10

       Multitud de salpicaduras de sangre impactaron contra el cuerpo de Damian. Delante de él vio desplomarse el cuerpo sin vida del que iba a ser su verdugo. Sin apenas analizar lo sucedido y con más pánico que tesón, se irguió sobre sus dos pies. Múltiples detonaciones sacudieron el silencio matutino. Ráfagas de fuego y bocanadas de humo, surgían de entre unos árboles cercanos, con fuego y humo respondían los cañones de las armas de los sicarios de Adam. Estos intentando burlar las balas se habían echado al suelo. Tendidos, reptaban, para alcanzar parapetos naturales. Damian viéndose vivo e ileso, salió corriendo y zigzageando punteo la distancia que le separaba de la entrada al refugio que le había cobijado durante la noche. El estruendo del tiroteo se debilitaba, a medida que se adentraba en el interior de la montaña. Por fin el ruido cesó o más bien se confundió en el diálogo del agua y la roca. En cuclillas unas veces, arrastrándose otras y siempre encorvando la espalda, pronto, Damian avanzó hasta el fin de aquella galería.

         Ahora, ante él se abría una enorme gruta excavada por el agua, la superficie acuosa de algo similar a un lago subterráneo, captaba la diáfana luz que penetraba a través de pequeñas oquedades en la cúpula de la gruta. El juego de luces y sombras desfiguraba las formas con el único objetivo de ocultar la realidad, tras la máscara de la ilusión. La penumbra imposibilitaba la interpretación objetiva de las distancias o las dimensiones, todo parecía ser un mundo irreal sumido en el letargo de una noche eterna. Aquí y allá la maestría del agua había dejado su impronta; columnas de estalagmitas se unían a otras de estalagmitas fundiéndose así en un beso eterno. Allá, el capricho y el azar habían cincelado estatuas de animales con enormes colmillos y garras. Más allá, hombres bestiales, similares a colosos sobre su sitial, vigilaban los secretos de la gruta. En sus rostros de roca, el agua había plasmado gestos simiescos, severos o iracundos, dando así vida al imposible.

      De repente, un ruido procedente del exterior, hizo que Damian se adentrara en aquel submundo de agua y sombras irreales. Pronto sus pies estaban sumergidos en el agua, ando dos pasos, el frío abrazo del líquido elemento, ceñía ya su cintura. Entonces Damian se zambullo y empezó a nadar guiándose solo por los círculos de luz que se reflejaban en la superficie acuosa. No había llegado al centro del lago subterráneo cuando sus miembros entumecidos, empezaron a pesarle como el plomo. La brazadas lentas y pesadas, acabaron por ser imprecisas. De repente dejó de avanzar, se veía arrastrado al fondo de aquel piélago subterráneo. La angustia, el miedo, la ansiedad le inyectaron fuerzas renovadas, empezó a bracear y patalear con más violencia, pero solo consiguió ganar unos metros. La orilla desdibujada por la pobre luz que iluminaba la gruta todavía estaba lejos. Intentó dejarse llevar por la corriente, dejó de nadar. Como tronco arrastrado por  el agua, avanzó unos metros hasta la orilla, pero su cuerpo dejó de responder. Como un bloque de piedra se hundió, a veces en un vano esfuerzo su cabeza emergía del fondo, tomaba unos átomos de oxígeno y esta volvía a hundirse. Pero pronto la hipotermia y el agotamiento le convirtieron en un fardo de carne que a expensas de la corriente acabo enredándose en una roca cercana a la orilla.

    Una vez allí se agarró a la roca, desde ella, se impulsó hasta la orilla haciendo un último y sobrehumano esfuerzo. Alcanzó la orilla ya sin fuerzas para respirar, tendido sobre el lecho rocoso, con los pies aún en el agua, contempló unos segundos la cúpula rocosa. Delirante vio como aquella se convertía en un humeante caldero y como níveas formas, bípedas, le levantaban en peso y le guiaban hasta el agua hirviente. Entonces cerró los ojos.

miércoles, 6 de febrero de 2013

CAPITULO III.-Tribulaciones 9-III

     Damian erguido y rígido se agitó como rama acosada por el viento. Aquella voz tan familiar había sacudido su letargo existencial, engomando el vínculo afectivo que siempre le había unido a su hermano. Las sospechas, simples nudos, que encerraban en si el germen de la duda, se habían convertido en flores de hiel que con su amargor, desterraban el dulzor de la afectividad fraternal. Aquel, ya no era su hermano, era un vástago clonado en la hediondez de un pantano. Ahora sabía que Adam había matado a Harry y aquella muerte asesinaba una parte de Damian. Cuando nuestro amigo era niño, Harry se convirtió en un segundo abuelo y un tercer padre. De él aprendió muchas cosas sobre el rancho y el ganado, con él había tomado su primera copa y velado muchas noches, cuidando el ganado. Esa parte había desaparecido por efecto de una bala disparada por alguien que como Damian, había sido para Harry, hijo y nieto. Frente a él estaba el causante de su precipitada marcha nocturna, el causante de que él, Damian, hubiera atravesado la noche para buscar refugio a las mismas puertas del Hades y no era el frío asesino de mirada despiadada que él creía, era su hermano.

        - ¿Qué te trae por aquí, Adam?¿Vienes a enterrar al pobre Harry o simplemente quieres acabar conmigo?- Inquirió Damian, increpando así, a su hermano.
          - No sé de lo que hablas, solo dices disparates.- Replicó Adam.
          - ¿Disparates?¿Acaso pretendes negar que tú has matado a Harry?- Respondió Damian, interrogando.
          - Yo no he matado a nadie, ¿por qué iba a matar a Harry?, le tenía un gran aprecio.
          - Quizás por esto.- Replicó Damian, mostrando a su hermano el libro de cuentas sustraído del despacho.
          - ¡Dame eso! Lo que hay ahí no te incumbe.
          - Dime Adam, ¿qué es lo que esconde este libro para matar por él?
          - Nada que debas saber.
          - ¿Lo sabía Harry? ¿Por eso lo mataste?
          - Te repito que yo no he matado a nadie, ¡devuélveme eso!, o de lo contrario.... .
          - ¿Me matarás a mí también?
          - No, mis amigos te lo quitarán y créeme ellos no son tan diplomáticos.
          - ¡Que más da, mira mis ropas, aún están manchadas de sangre! ¡Míralas bien! Es la sangre de aquel que fue padre y abuelo nuestro a la vez, cuando la desgracia se abatió sobre nuestra familia.- Respondió Damian mostrando su camisa a Adam y dejando escapar lágrimas de sus ojos.
           - ¡Lo lamento, en serio!- Replicó Adam, casi llorando.- Yo no he tenido nada que ver, si hubiera sido menos diligente, tal vez estaría vivo.
           - No hay disculpas que valgan, ¡tú le mataste!
           - ¡No, yo no!- Replicó Adam compungido.- Fue un accidente, solo queríamos ese libro, uno de mis amigos se vio sorprendido por Harry mientras lo buscaba, así que le mató.
          - ¿Y tu qué hacías, observar como le mataban?
          - Te estaba buscando, no quería que metieras las narices en asuntos que no te incumben, si no hubieras venido aquí, nada hubiera pasado.
          - ¡Mientes! Ahora recuerdo, mi gabardina, el  periódico, el policía.
          - ¡Deliras!
          - Sí, la olvidé en tu casa, el día de acción de gracias, no la había vuelto a ver desde entonces. ¿Dime quién asesinó al policía que me apaleó?
          - Supongo que ya es tarde, has tenido suerte, hasta ahora, pero esta no te puede durar. Te responderé, tal vez eso te sirva de consuelo, pues estas muerto. Fueron los hombres de Don Vito, sabes, ese policía trabajaba para la mafia y para nosotros. Intentó chantajearme, no quería ser denunciado y me amenazó con hablar. La gente lenguaraz no dura mucho en este negocio. Tu insultaste al tipo equivocado y yo no quería que salieras de la ciudad.
          - Lo entiendo, mi destino estaba escrito allí o aquí, prisión o muerte.
          - No del todo, yo podría haber evitado que pisaras la cárcel, pero ahora no puedo evitar que mueras.
Damian estaba resignado a morir, lo estaba desde que la onda expansiva le había echo estrellarse contra el cuerpo del camarero, desde que en el campamento médico aguardaba su diagnóstico, desde que los colmillos de los perros habían desgarrado su carne, desde que la brutal paliza del policía muerto, le había sumido en un sueño comatoso y desde que halló el cuerpo de Harry. Pero la docilidad de la resignación había desaparecido, ahora, cuando de los labios de su hermano había sido proclamada su sentencia de muerte. El periplo de sus últimos días le había hecho nacer y morir, hundirse y flotar, enfrentarse y huir, coquetear con el fin y desdeñarlo haciendo de él un nuevo principio, pero estas sucesiones dicotómicas se habían fundido en un solo término, en una unidad indivisible e incuestionable. Se acababa con la posibilidad y surgía la certeza y esta hacía que el resignado perdiera la fe en la resignación. El inconformismo del contestatario se alzó sobre el conformismo del mártir, pero no con impetuoso valor, mas bien, con comedida cobardía. Por ello, Damian cedió el libro a su hermano y después se echó a sus rodillas suplicando por su vida.
          - No, es tarde, aunque no sepas nada de nuestros negocios, has sido testigo de un asesinato.
          - Pero si ni siquiera vi al asesino, no se de que va todo esto, enterramos a Harry y asunto zanjado.-Balbuceó Damian.
           - No supliques, no se pueden dejar cabos sueltos, no debemos arriesgar, la causa por la que lucho es superior a ti y a mi.
           -¿Qué causa es esa? ¿No son más sagrados los vínculos familiares que cualquier otra cosa? Dime, ¿no nacimos del mismo vientre, no nos dio de mamar la misma madre, no tenemos la misma sangre, no nos cobijaron los mismos muros, no somos prolongación de los mismos progenitores? Dime, ¿si cercenas uno de tus miembros, cómo podrás volver a sentirte entero? Si no había gangrena ¿no echarías de menos la extremidad amputada?¿Cómo alguien desearía ser cojo si pudiera usar las dos piernas?¿No añora el tuerto el ojo perdido? ¿Puede ser el manco ambidextro? Eramos cinco y acabamos siendo dos, desde entonces tu has sido para mi; pierna hermana, ojo hermano, mano hermana ¿y aún así quieres matarme?
           - Es cierto, somos ramas del mismo tronco, pero aquel que ve unas ramas o un tronco nunca verá el árbol completo. Nuestra especie es el árbol, ¿no cortarías, pues, una rama enferma para salvar el árbol?
            - El árbol, al que llamas especie humana, ya estaba enfermo desde antes de nacer. ¿Qué ganarías arrancando una pobre rama?
            - Espacio para el injerto.
            - El árbol enfermo nunca dará injertos sanos.
            - Pero reverdecerá.
            - ¿Dime reverdecerá tu alma cuando yo esté muerto?
            - No pero aquello a quienes sirvo estarán tranquilos.
            - Ya lo están, pues nada sé de ellos.
            - Sí sabes algo de ellos, serás y has sido víctima de sus intrigas.
            - Seré, no fui.
            - ¿No escapaste al atentado?
            - No entiendo.
            - El mundo tal como lo conoces agoniza, no puedes alimentar una demanda infinita con recursos finitos. Cuando aquellos acaban, los consumidores se rebelan y si estos estornudan, las grandes corporaciones enferman y los poderosos tiemblan. Lo ganado se puede perder en unos segundos. El capital, siempre ha ido de la mano del poder, no se puede perder uno y conservar el otro. Por ello se deben conservar ambos y esto no es posible sin orden, pero este prevalece tan solo si el caos se hace insoportable. ¿Cómo se consigue eso? Con miedo. Este es, sin duda, lo que frena la anarquía. Si temes por tu vida y tus propiedades te doblegas a las leyes dictadas por los poderosos, pero no vale con inculcar miedo desde los medios de comunicación, debes materializarlo, hacerlo real. ¿Y qué provoca más miedo que la amenaza nuclear?
            - Entonces aquellos para los que trabajas provocaron el atentado.
            - Empezaron a reverdecer el árbol.... .
            - Cientos, miles.... .
            - Un nuevo principio, más seguridad, más orden, más control.... .
            - Millones de muertos... .
            - Combustibles más baratos, precios competitivos, un televisor en tu salón, dos coches en tu garaje, una casa grande, ropa más barata, alimentos más baratos.... .
             - Tanta muerte... .
             - Refugios, dinero, poder.... .
             - Hermano..... .
             - ¡Matadlo, es un insulto verme tan humillado! - Ordenó Adam a sus secuaces,- adiós Damian, en el infierno nos veremos.- Dicho esto, le dio la espalda a su hermano y caminó hasta perderse en el bosque.
                Damian abatido, agachó la cabeza. Uno de los hombres de su hermano desenfundó una pistola y dio un paso adelante, mientras quitaba el seguro. Otro paso, se oyó un click; el cargador se insertaba en el arma. Otro paso, otro click; la bala estaba en la recámara. Un último paso, el cañón acariciaba la sien de Damian.
              Luego un disparo.      
                   

                 

martes, 29 de enero de 2013

CAPITULO III.Tribulaciones 8-III

   Tras aquella hendidura en la roca, el mundo parecía haberse comprimido, hasta convertirse en una pequeña hoquedad, lúgubre y rugosa. En el fondo de aquel agujero la débil luz de las estrellas y la luna se replegaba hacia la abertura, dibujando, en su huida, imágenes pálidas que se movían nerviosas, sobre las rocas. Damian temiendo por su vida se había recostado sobre un lecho de hojas, oculto tras una gran roca que situada en el centro mismo del abrigo rocoso, emergía titánica del suelo, hasta morder el techo del abrigo. Damian intento cerrar los párpados para conjurar así al sueño, pero el estado anímico de nuestro héroe hacía ésto imposible. A intervalos abría uno u otro ojo o alzaba la cabeza para discernir alguna forma. Bastaba un leve ruido o un suave susurro, para que nuestro amigo dejara de dar cabezadas, entonces su cuerpo  se crispaba y él se incorporaba como si fuera sacudido por un invisible resorte. Una vez en pie se mimetizaba con la roca tras la que se ocultaba, convirtiéndose así en una extensión de esta. Quien, en este mutismo pudiera haber observado a nuestro amigo, podría haberlo confundido con una curiosa escultura esculpida en bronce sucio o en mármol cariado. Entre sobresaltos y soñares interrumpidos, el alba sorprendió a Damian.

     
        El negro velo de la noche empezó a rasgarse, lejos, al fondo, donde la línea del horizonte curvaba el espacio visible. Una ambarina esfera luminosa empezó a emerger perezosa del profundo horizonte. La oscuridad sorprendida por una explosión de rubor, empezó a retroceder tímida, rasgándose en jirones de luz ocre y anaranjada. El orbe amarillo, lentamente baldosaba su camino con fotones coloreados por toda una gama de rojos que poco a poco adoptaban un colorido anaranjado, a base de oscurecer amarillos. El camino abierto por la luz en el suelo pronto halló a Damian, que pálido, pronto mostró sus ojeras al astro emergente. La luz del amanecer hizo que Damian, por fin, pudiera estudiar la fisonomía de su refugio. Era este, una covacha profunda de forma ovalada. Las paredes salpicadas de salientes y depresiones rompían la simetría del conjunto dándole a este un aspecto rugoso y áspero. La hoquedad se prolongaba unos metros hasta desembocar en una galería estrecha y abrupta. De las penumbras de aquella galería, surgían ecos de agua y sombras de luz. A veces, se oía el crepitar de rocas estrellándose contra una superficie acuosa.

       Damian más preocupado por su vida que por el aspecto de aquel refugio, decidió salir de allí. Con paso lento y firme se dirigió a la salida de la covacha. Cuando salió de su improvisado abrigo nocturno; empezó a deshacerse de las hojas, que adheridas a sus vestiduras, a modo de borlas, le habían metamorfoseado; pues el hombre que se adentró en las penumbras salió de de ellas convertido en  "ent" . Mientras estaba inmerso en esta labor, alguien le llamó. Damian alzó la vista y pronto vio como desde un claro del bosque, surgían Adam y tres o cuatro hombres más.  

sábado, 19 de enero de 2013

CAPITULO III. Tribulaciones 7-III

         Tendido sobre el piso del despacho estaba el cuerpo sin vida de Harry, el guarda. Todo el fluido viscoso diseminado sobre el cadáver y zonas cercanas al mismo, parecía haber manado de un  único boquete en la frente de Harry. Damian acercó la luz a aquel agujero, comprobó así, que no solo podía ver pedacitos de cerebro y cuajerones de sangre mezclados, también podía ver la madera del piso. A Harry le habían disparado y la bala le había atravesado la cabeza. ¿Pero por qué? Dando arcadas, cogió uno de los libros que había  abiertos sobre la mesa del despacho y sin pararse a recuperar el leño y a apagar la vela salió de allí por donde había entrado.

        " El asesino podría estar cerca, quizás al oírle, había escapado por el lugar por donde él había salido. Quizás estaba oculto, esperando, intentando averiguar la identidad de aquel que le había interrumpido, estaría espectante, envuelto en sombra, dispuesto a robar otra vida para continuar después, con sus pesquisas."- Pensó Damian.- "Al fin y al cabo, ¿quién era Harry?"-Dijo Damian balbuceante, antes de iniciar la siguiente reflexión:
      
          "Un pobre hombre, un viejo vaquero con manos agrietadas y piel ajada, encurtida en arrugas irregularmente repartidas por todo el cuerpo. ¿Quién era Harry? Alguien que creció vinculado a las tierras del abuelo, alguien que plantó raíces en aquel rancho creyendo formar parte de él, aunque siempre fue un obrero más. Siempre leal, siempre atento al capricho de los dueños del feudo. Pobre hombre, debió abandonar aquel rancho, cuando la abuela lo abandonó, pero la terquedad de su naturaleza indestructible le mantuvo vivo hasta que recibió el beso de fuego que acabó con su terca salud. No dejaba a nadie que le llorara, a nadie que le recordara; su vida había sido un eco breve al que la muerte primero y el olvido después, harían desaparecer para siempre. Le mataron por sorprender a quien no debía, donde no debía, cuando no debía. ¡Pobre Harry, siempre tan responsable, tan buen trabajador, tan poco negligente en el cumplimiento de su deber! ¿Por qué estabas ahí?"- De los ojos de Damian, brotaron un manantial de lágrimas.-"Sin duda el asesino buscaba los libros de contabilidad. La cerradura no había sido forzada, pero la habían cambiado, ¿la habría cambiado Harry, la habría cambiado Adam o la habría cambiado papá antes de morir? Eran los únicos que podían haberlo hecho. Harry nunca habría hecho nada en contra de la voluntad de sus jefes. Tanto Adam como papá eran los únicos que frecuentaban el rancho tras la  muerte de la abuela. Papá había muerto pero podía haber cambiado la cerradura antes de morir. ¿Tenía Harry un juego de llaves con la nueva llave? ¿La puerta estaba abierta antes de que Harry fuera asesinado? El asesino había cerrado la puerta, luego tenía la llave de la misma. ¿Acaso Adam tenía la copia de la nueva llave? Si esto era así, ¿por qué no le había dado una copia?¿Ocultaba algo? Algo que no quería que yo supiera; gracias a Dios me llevé este libro, la respuesta debe estar en este libro o en los otros libros de contabilidad". - Dijo Damian para si, poniendo así, fin a su reflexión.

      Después de hacer aquella reflexión, una oscura sospecha se aposentó en la mente de Damian. La única conclusión plausible era que Adam había matado a Harry. Damian sabía que su hermano era ambicioso, sabía que era capaz  de vender su alma por ganar un poco de dinero, ¿pero asesinar a alguien que conocía desde pequeño? Era algo difícil de concebir, pero por más que quisiera desterrar aquella idea de su cabeza, no podía, todos los indicios apuntaban a Adam. Adam y él eran los únicos que podían deambular por aquel rancho libremente, ellos eran los únicos que podían hacer reformas en el rancho, eran los que disponían de todas las llaves, nadie sin la autorización de ellos podía hacer y deshacer en la propiedad de la que ellos eran los únicos herederos. Damian hasta entonces, apenas había sentido interés por el rancho, solo Adam le hablaba de él y lo visitaba asiduamente, entonces ¿quién si no Adam podía haber matado a Harry? Damian le había dicho a su hermano que pensaba pasar una temporada en el rancho del abuelo. Adam temió entonces que los secretos que en el rancho escondía fueran descubiertos y desvelados por su hermano, así que se adelantó, al llegar, lo primero que hizo fue examinar los libros, pensó destruirlos u ocultarlos, Harry le sorprendió y Adam le mató. Pero aquello no tenía sentido, ¿por qué matar a Harry? Hubiera bastado con cruzar algunas palabras con él, para después invitarle a seguir su ronda. A no ser que el sorprendido fuera un desconocido o Harry hubiera descubierto algo que no debiera saber. Su hermano ¿un asesino? No, no podía ser. Quizás tuviera algo que esconder, pero asesinar a Harry, no. Intentando desterrar aquella sospecha de su cabeza y aprovechando la oscuridad, Damian se había alejado de la cabaña. Damian  avanzaba sigiloso, escrutando las sombras de su alrededor, intentando discernir formas en ellas. Sus pupilas dilatadas eran puntos de luz que como linternas miopes, daban vida a objetos inertes, sus oídos afinados como trompetillas para sordos, aumentaban la intensidad de cualquier ruido. Temeroso y vacilante, Damian avanzaba con la cautela de un potrillo, haciendo de su andar, galope, cuando algún sonido sospechoso lo alarmaba y haciendo del galope; trote, si sus ojos de mochuelo, le mostraban la verdadera forma de aquello con lo que se cruzaba. Sus pasos acelerados y lentos pronto lo llevaron frente a una gran hendidura.

                

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