miércoles, 6 de febrero de 2013

CAPITULO III.-Tribulaciones 9-III

     Damian erguido y rígido se agitó como rama acosada por el viento. Aquella voz tan familiar había sacudido su letargo existencial, engomando el vínculo afectivo que siempre le había unido a su hermano. Las sospechas, simples nudos, que encerraban en si el germen de la duda, se habían convertido en flores de hiel que con su amargor, desterraban el dulzor de la afectividad fraternal. Aquel, ya no era su hermano, era un vástago clonado en la hediondez de un pantano. Ahora sabía que Adam había matado a Harry y aquella muerte asesinaba una parte de Damian. Cuando nuestro amigo era niño, Harry se convirtió en un segundo abuelo y un tercer padre. De él aprendió muchas cosas sobre el rancho y el ganado, con él había tomado su primera copa y velado muchas noches, cuidando el ganado. Esa parte había desaparecido por efecto de una bala disparada por alguien que como Damian, había sido para Harry, hijo y nieto. Frente a él estaba el causante de su precipitada marcha nocturna, el causante de que él, Damian, hubiera atravesado la noche para buscar refugio a las mismas puertas del Hades y no era el frío asesino de mirada despiadada que él creía, era su hermano.

        - ¿Qué te trae por aquí, Adam?¿Vienes a enterrar al pobre Harry o simplemente quieres acabar conmigo?- Inquirió Damian, increpando así, a su hermano.
          - No sé de lo que hablas, solo dices disparates.- Replicó Adam.
          - ¿Disparates?¿Acaso pretendes negar que tú has matado a Harry?- Respondió Damian, interrogando.
          - Yo no he matado a nadie, ¿por qué iba a matar a Harry?, le tenía un gran aprecio.
          - Quizás por esto.- Replicó Damian, mostrando a su hermano el libro de cuentas sustraído del despacho.
          - ¡Dame eso! Lo que hay ahí no te incumbe.
          - Dime Adam, ¿qué es lo que esconde este libro para matar por él?
          - Nada que debas saber.
          - ¿Lo sabía Harry? ¿Por eso lo mataste?
          - Te repito que yo no he matado a nadie, ¡devuélveme eso!, o de lo contrario.... .
          - ¿Me matarás a mí también?
          - No, mis amigos te lo quitarán y créeme ellos no son tan diplomáticos.
          - ¡Que más da, mira mis ropas, aún están manchadas de sangre! ¡Míralas bien! Es la sangre de aquel que fue padre y abuelo nuestro a la vez, cuando la desgracia se abatió sobre nuestra familia.- Respondió Damian mostrando su camisa a Adam y dejando escapar lágrimas de sus ojos.
           - ¡Lo lamento, en serio!- Replicó Adam, casi llorando.- Yo no he tenido nada que ver, si hubiera sido menos diligente, tal vez estaría vivo.
           - No hay disculpas que valgan, ¡tú le mataste!
           - ¡No, yo no!- Replicó Adam compungido.- Fue un accidente, solo queríamos ese libro, uno de mis amigos se vio sorprendido por Harry mientras lo buscaba, así que le mató.
          - ¿Y tu qué hacías, observar como le mataban?
          - Te estaba buscando, no quería que metieras las narices en asuntos que no te incumben, si no hubieras venido aquí, nada hubiera pasado.
          - ¡Mientes! Ahora recuerdo, mi gabardina, el  periódico, el policía.
          - ¡Deliras!
          - Sí, la olvidé en tu casa, el día de acción de gracias, no la había vuelto a ver desde entonces. ¿Dime quién asesinó al policía que me apaleó?
          - Supongo que ya es tarde, has tenido suerte, hasta ahora, pero esta no te puede durar. Te responderé, tal vez eso te sirva de consuelo, pues estas muerto. Fueron los hombres de Don Vito, sabes, ese policía trabajaba para la mafia y para nosotros. Intentó chantajearme, no quería ser denunciado y me amenazó con hablar. La gente lenguaraz no dura mucho en este negocio. Tu insultaste al tipo equivocado y yo no quería que salieras de la ciudad.
          - Lo entiendo, mi destino estaba escrito allí o aquí, prisión o muerte.
          - No del todo, yo podría haber evitado que pisaras la cárcel, pero ahora no puedo evitar que mueras.
Damian estaba resignado a morir, lo estaba desde que la onda expansiva le había echo estrellarse contra el cuerpo del camarero, desde que en el campamento médico aguardaba su diagnóstico, desde que los colmillos de los perros habían desgarrado su carne, desde que la brutal paliza del policía muerto, le había sumido en un sueño comatoso y desde que halló el cuerpo de Harry. Pero la docilidad de la resignación había desaparecido, ahora, cuando de los labios de su hermano había sido proclamada su sentencia de muerte. El periplo de sus últimos días le había hecho nacer y morir, hundirse y flotar, enfrentarse y huir, coquetear con el fin y desdeñarlo haciendo de él un nuevo principio, pero estas sucesiones dicotómicas se habían fundido en un solo término, en una unidad indivisible e incuestionable. Se acababa con la posibilidad y surgía la certeza y esta hacía que el resignado perdiera la fe en la resignación. El inconformismo del contestatario se alzó sobre el conformismo del mártir, pero no con impetuoso valor, mas bien, con comedida cobardía. Por ello, Damian cedió el libro a su hermano y después se echó a sus rodillas suplicando por su vida.
          - No, es tarde, aunque no sepas nada de nuestros negocios, has sido testigo de un asesinato.
          - Pero si ni siquiera vi al asesino, no se de que va todo esto, enterramos a Harry y asunto zanjado.-Balbuceó Damian.
           - No supliques, no se pueden dejar cabos sueltos, no debemos arriesgar, la causa por la que lucho es superior a ti y a mi.
           -¿Qué causa es esa? ¿No son más sagrados los vínculos familiares que cualquier otra cosa? Dime, ¿no nacimos del mismo vientre, no nos dio de mamar la misma madre, no tenemos la misma sangre, no nos cobijaron los mismos muros, no somos prolongación de los mismos progenitores? Dime, ¿si cercenas uno de tus miembros, cómo podrás volver a sentirte entero? Si no había gangrena ¿no echarías de menos la extremidad amputada?¿Cómo alguien desearía ser cojo si pudiera usar las dos piernas?¿No añora el tuerto el ojo perdido? ¿Puede ser el manco ambidextro? Eramos cinco y acabamos siendo dos, desde entonces tu has sido para mi; pierna hermana, ojo hermano, mano hermana ¿y aún así quieres matarme?
           - Es cierto, somos ramas del mismo tronco, pero aquel que ve unas ramas o un tronco nunca verá el árbol completo. Nuestra especie es el árbol, ¿no cortarías, pues, una rama enferma para salvar el árbol?
            - El árbol, al que llamas especie humana, ya estaba enfermo desde antes de nacer. ¿Qué ganarías arrancando una pobre rama?
            - Espacio para el injerto.
            - El árbol enfermo nunca dará injertos sanos.
            - Pero reverdecerá.
            - ¿Dime reverdecerá tu alma cuando yo esté muerto?
            - No pero aquello a quienes sirvo estarán tranquilos.
            - Ya lo están, pues nada sé de ellos.
            - Sí sabes algo de ellos, serás y has sido víctima de sus intrigas.
            - Seré, no fui.
            - ¿No escapaste al atentado?
            - No entiendo.
            - El mundo tal como lo conoces agoniza, no puedes alimentar una demanda infinita con recursos finitos. Cuando aquellos acaban, los consumidores se rebelan y si estos estornudan, las grandes corporaciones enferman y los poderosos tiemblan. Lo ganado se puede perder en unos segundos. El capital, siempre ha ido de la mano del poder, no se puede perder uno y conservar el otro. Por ello se deben conservar ambos y esto no es posible sin orden, pero este prevalece tan solo si el caos se hace insoportable. ¿Cómo se consigue eso? Con miedo. Este es, sin duda, lo que frena la anarquía. Si temes por tu vida y tus propiedades te doblegas a las leyes dictadas por los poderosos, pero no vale con inculcar miedo desde los medios de comunicación, debes materializarlo, hacerlo real. ¿Y qué provoca más miedo que la amenaza nuclear?
            - Entonces aquellos para los que trabajas provocaron el atentado.
            - Empezaron a reverdecer el árbol.... .
            - Cientos, miles.... .
            - Un nuevo principio, más seguridad, más orden, más control.... .
            - Millones de muertos... .
            - Combustibles más baratos, precios competitivos, un televisor en tu salón, dos coches en tu garaje, una casa grande, ropa más barata, alimentos más baratos.... .
             - Tanta muerte... .
             - Refugios, dinero, poder.... .
             - Hermano..... .
             - ¡Matadlo, es un insulto verme tan humillado! - Ordenó Adam a sus secuaces,- adiós Damian, en el infierno nos veremos.- Dicho esto, le dio la espalda a su hermano y caminó hasta perderse en el bosque.
                Damian abatido, agachó la cabeza. Uno de los hombres de su hermano desenfundó una pistola y dio un paso adelante, mientras quitaba el seguro. Otro paso, se oyó un click; el cargador se insertaba en el arma. Otro paso, otro click; la bala estaba en la recámara. Un último paso, el cañón acariciaba la sien de Damian.
              Luego un disparo.      
                   

                 

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